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Pabellón de los Hexágonos

Jose Antonio Corrales y Ramón Vázquez Molezún. 

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    Este edificio se construyó en 1958 como pabellón de España para la Exposición Universal de Bruselas.

Actualmente se encuentra en Madrid, en la Casa de Campo, en un estado lamentable.

Para la realización del pabellón, se presenta un concurso con las siguientes premisas.

 

Premisas

  • El terreno donde se iba a ubicar el pabellón se trataba de una colina irregular. La diferencia de cota entre la parte central y los bordes llega a veces a los 6m.

  • Aproximadamente un 30% está cubierto por un arbolado frondoso que es preciso respetar.

  • Necesidad de construir en el 70% de la parcela

  • Conveniencia de elegir una construcción prefabricada desmontable

 

Con estas premisas los arquitectos pensaron que una solución sería encontrar un elemento de cubierta ligero y prefabricado que por repetición originara la planta del pabellón y que luego cuando terminara la EXPO pudiera desmontarse y trasladarse a otra ubicación, como hemos dicho después de la Exposición Universal se trasladó a Madrid. 

 

Para darle la forma a la planta se centraron en las premisas.

Para cubrir el 70% del terreno era necesario ceñirse al perímetro del terreno y de las zonas de arbolado. El contorno sería, pues, una línea quebrada o curva.

Por otro lado, el desnivel del terreno se podía salvar de dos formas: construyendo el pabellón horizontal sobre él o adaptarse a él de manera escalonada. Se optó por esta segunda solución.

Así pues, pensaron en un elemento hexagonal ligero de 6m de diámetro, con una columna central (tubo de hierro galvanizado de 13cm de diámetro) que hacía a la vez de elemento sustentante y de desagüe; una pieza intermedia servía de unión de los diámetros del hexágono, hecho con perfiles normales en forma de “T”, y el tubo anterior y dos piezas de chapa de aluminio con forma de trapecio cubría los tímpanos del hexágono.

La estructura modular tenía forma de paraguas invertido.

 

El hexágono resulta muy eficiente para agrupar espacios. Lo vemos mucho en la naturaleza, las abejas por ejemplo realizan sus paneles utilizando un módulo hexagonal, lo cual les permite ahorrar material y aprovechar el máximo espacio posible. 

Para el caso del Pabellón, los arquitectos pensaron que mediante un módulo hexagonal era muy fácil crear una malla que se fuera adaptando al terreno y a la vegetación existente, permitiendo una yuxtaposición más orgánica que con un módulo de base ortogonal.

 

Así pues, cuando el edificio fue trasladado a Madrid, debido a la libertad que otorgaban los módulos hexagonales fue posible modificar la planta del edificio, adaptándose a su nuevo terreno.

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Para resolver el problema de la pendiente del terreno, este se banquea siguiendo las curvas de nivel en escalones de cota continua de un metro. Los módulos hexagonales se colocan sobre estos banqueos, proyectando, cuando cambia el nivel, la forma del hexágono en la cubierta. Para el paso de unos banqueos a otros se construye una escalera prefabricada de madera y hierro.

Así el pabellón se modulaba en sección y alzado con un módulo único de 1m. Mientras que, en planta, el perímetro de la línea quebrada se componía de líneas rectas de 3m, lado del hexágono.

 

Según las zonas se proyectaron dos tipos de cerramientos. Opaco, con ladrillo visto, y transparente con bastidores de aluminio de 3x1. Estos bastidores servían para cerrar los huecos de 1m de altura que producía el escalonamiento de la cubierta; por donde penetra la luz al interior.

 

Para la luz artificial  proyectaron una iluminación formada por tréboles de tubos fluorescentes suspendidos de los vértices de la red hexagonal para para que quedara iluminado todo el hexágono.

 

Como consecuencia de la situación de los árboles, el pabellón debía estrecharse por el centro, adquiriendo un poco una forma de v con un ángulo muy abierto. Aquí en el centro es donde decidieron hacer la entrada. Frente a la entrada, elevada dos metros y medio, por estos banqueos, se sitúa la barra de bar y en otra plataforma aun mas alta, el restaurante, que desciende hacia la entrada en forma de cascada, con vistas al jardín exterior. Las diferencias de altura de los distintos módulos hexagonales permiten albergar un semisótano con las cocinas, las dependencias del servicio y los aseos públicos.

 

El tema presentado dividía el pabellón en dos zonas: zona de la realidad presente española (sustrato histórico, fiesta y el trabajo) y zona de la esperanza por un mundo futuro (zona del espíritu, escritores, inventores, poetas…)

Para el salón de actos tuvieron que proyectar un módulo sin columna. 

 

El espacio interior del pabellón es continuo, escalonado como hemos dicho, adaptándose a la pendiente, pero al mismo tiempo diáfano, con espacios comprimidos y distendidos debido a la forma hexagonal, que crean un ambiente surreal e hipnótico. 

Además, los planos quebrados de vidrio de los cerramientos creaban múltiples reflejos y transparencias que se acentuaban con las láminas de agua en el exterior, esto unido a la luz natural que entraba de tantas formas distintas y a la iluminación artificial que conseguía acentuar la sensación de ligereza de los hexágonos de la techumbre, creaban un ambiente único en el interior del pabellón, que recuerda al interior de un bosque.

 

Era un edificio espectacular, por ello se llevó el premio de arquitectura de la Exposición Universal, por delante del Atomium de Le Corbusier. 

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